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La guerra una libre decisión o una ilusión sin destino

Un análisis filosófico sobre la naturaleza de la guerra, la política y el miedo en la sociedad humana
Imagen de portada
La guerra una libre decisión o una ilusión sin destino
Este ensayo se publicará en tres partes, siendo ésta la primera.

Un animal que posee miedos o el miedo, viejo amigo del hombre...
...o Animal-Miedo-Hombre, uno y otro, ser en el mismo ser...
...o más antiguo que nuestro ser...
...el agua tibia...
...la noche o el fuego, siempre...
...vida y la muerte, siempre con nosotros...
...nos y los otros, los mejor dotados, más que todos los otros...
...desde muy temprano en el tiempo...
...en los caminos del tiempo con fantasmas y todo...
...los que a todo le hemos dado nombres...
Nosotros, siempre nosotros y los otros...
Los que conjugamos los verbos en primeras personas...
...contamos a nuestros herederos...
...y los sueños, las esperanzas...
...y según las circunstancias, se cambian algunas letras...
...los lugares, que participaron...
Los nuestros, son los que ganaron y los...
Pero, siempre, le tenemos una historia mejor...
...de los más antiguos lugares, hay algo más...
...señalamos todo y a todos, ellos...
...con el dedo a lo otro, los de allá...
Con nuestra razón y por ella, nos repite el eco de la vanidad...
...espiritu, en la deseperación, todo vale...
...y por él, nos cantan los corifeos...
...y todo para nombrar algo simple y vital: la guerra que vamos a pelear

Introducción

Algo nos debe quedar claro; la filosofía más allá o más acá de la definición que el término conlleva, es una actividad propia y exclusiva del hombre, la cual tiene un sentido especifico y claro: El amor al conocimiento.

Además, existen otras actividades que también le son propias, por ejemplo, alimentarse, pero, satisfecha esa sensación con carácter de imperio, desea una mesa bien servida. De manera similar, tenemos que los actos de violencia, le son propios y naturales, pero, una cultura de derechos y deberes, lo lleva a una forma de violencia, refinada y bien preparada que es, la guerra.

Pero en ella, la guerra, participa como un grupo de hombres organizado, con un plan basado en objetivos claramente definidos, una estrategia y táctica que nacen de las reales dimensiones de sus recursos disponibles; y dispuestos a imponer a los otros su voluntad y decisión, en donde, el uso de la fuerza total es uno de los recursos primero, real y posible, pero a la vez él último.

"Estamos en la época de la premeditación y del crimen perfecto. Nuestros criminales no son ya esos muchachos desarmados que invocaban la excusa del amor. Por el contrario, son adultos, y su coartada es irrefutable: es la filosofía, que puede servir para todo, hasta para convertir a los asesinos en jueces."

Camus: El hombre rebelde.

En la filosofía, su acto de presencia, lo hace como ser individual, pero, su línea de análisis debe ser entendida en el sentido de leída por una comunidad de hombres, sin la intención de imponer a nadie nada como acto premeditado, son los otros quienes, al traducir sus palabras, pueden en forma voluntaria adherir a ellas o no, basados en la lógica interna de los argumentos esgrimidos.

Intentar definirla, la guerra y la filosofía, en una mirada a sus orígenes, el hombre, y a partir de allí viajar a su significación primera, para posteriormente hacer una división coherente de ella, en sus más diversas disciplinas, es en sí, un problema filosófico que escapa o está fuera de los objetivos este trabajo. Pero, ambas poseen al hombre como origen común y único, en ambas, la primera arma que poseen los hombres para combatir a los demás es: un pensamiento y es a partir de él que se genera un conflicto de voluntades.

Nosotros desde un prisma muy personal, nos da una visión muy particular de filosofía, en el sentido que ella, tiene la misión de atormentarnos y sembrar más de una duda, en todos aquellos aspectos de nuestra vida, dados como enteramente naturales y conocidos.

Es entonces a partir de ese prisma con una visión, es que las aristas encontradas, serán masticadas y pulimentadas en el espacio-tiempo de las ideas, nos levantamos de nuestro nido de comodidades dadas y nos subimos al escenario de las rebeliones, es decir, nos atrevemos a decir "no".

Este acto propio y natural de algunos ejemplares de nuestra especie, el cual brota con mayor o menor frecuencia después de ciertos hechos o acontecimientos, no es suficiente dado que lo más importante es pretender que nuestras afirmaciones, sean éstas las que fuesen, no sea suficiente decir No -aunque- posean una coherencia lógica interna capaz de resistir al menos ese tipo de análisis, con la cual intentamos convencer a todo aquél que nos escucha.

Trataremos -nuestro gran objetivo factible- de entregar nuestra visión de la libertad y la educación, desde él particular prisma de quienes somos capaces de decir No cuando creemos, queremos y pensamos que ése es el paso correcto y adecuado, aunque seamos los únicos en esa posición.

Esa formulación grandilocuente, libertad y educación, necesariamente debe poseer una meta posible, real y alcanzable: visión de la libertad y la educación desde la mirada de quienes trabajamos y laboramos, en eso de educar a nuestro pueblo en las verdades codificadas, moldeadas y puestas sobre la mesa.

Es desde ese camino, hecho, demarcado y seguro, que miramos en el horizonte la posibilidad de nuevas sendas, sembrados de piedras y espinas, dicen los que lo han intentado. El nuevo sendero que se hace al andar: el de los educadores que se internan y viven en el bosque del hacer del hombre, lugar de los miedos y temores no resueltos de todos nosotros. Salir de lo tibio y dulce, dado por lo conocido y trillado, para intentar, alcanzar nuestro gran objetivo: construir un ensayo de introducción a la filosofía de los hombres que hacemos la guerra, desde el prisma de un educador, con una visión muy particular de la libertad y la educación.

La filosofía, como concepto polisémico, es una actividad innata y propia al hombre, no existe ella fuera del hombre, además, tampoco se encuentra en un lugar del espacio tiempo perdido de su hacer colectivo; como lo es el vivir, el soñar y el prepararnos para realizar una guerra, que sabemos: vendrá.

Vendrá, por mucho que pensemos en una paz perpetua o en una formulacion del Derecho que nos deje a todos satisfechos y plenos. Llegar, como una maldición escrita por nuestra propias manos, en un ir y venir de sombras danzantes de nuestros oscuros pensamientos, acompañados de las intenciones propias y de las supuestas de nuestros potenciales o reales enemigos sobre conceptos llamados Democracia - Desarrollo y Espacios - Tiempos de Seguridad.

Más tarde que temprano, quisiera, una madre que cría a su hijo, pero cada generación tiene sus conflictos, como un mensaje escrito en los cielos, sabe con certeza, los van a llamar y todos, nos vamos a levantar, en uno u otro bando, agruparemos filas y por la razón de la sin razón, en el nombre de todos los Dioses o del mismo Dios, nos causaremos el daño mayor posible con nuestros escasos medios. Dado que como hecho histórico, no existe ninguna sociedad humana o comunidad de hombres organizados, que no haya vivido un proceso de esa naturaleza, con muchos nombres y apellidos, en su historia reconocida y oficial, si son los ganadores de la partida, pero, siempre la victoria es nuestra y son los otros los que van a comer el polvo de la derrota, y nosotros nos auto convocaremos la corona de los laureles de la victoria.

Por tanto es parte natural de nuestra condición de hombres que pretenden constituirse en personas, el consultarnos e interrogarnos en voz alta y el intentar respondernos nuestras inquietudes, hacia nuestro interior y a nuestros hermanos, los otros hombres, sean estos de nuestra misma raza o color de piel o de lo que fuera. Ella, la filosofía, una gran inquietud siempre renovada, es un camino válido y permanente de poder satisfacer esa necesidad de conocer, que de una u otra forma, como un hambre voraz, debemos calmar, más allá de posiciones que afirman que el origen primero de todo nuestro hacer filosófico es un estado de acción en reflexión o de meditación activa.

El vivir, como ser en acción de reflexión o de meditación activa, nos significa asumir un conjunto de situaciones, en donde a cada una de ellas le debemos intentar, al menos, dar una respuesta, pero este acto de respuesta o de entrega nos conlleva a un conocimiento y una transformación. Conocer lo que estamos viviendo, como un saber y pensar nuestras acciones, significa una intercomunicación entre los hombres, todo lo cual envuelve un lenguaje que les es común, y de ellos como conjunto, con una cultura heredada, lo que significa, patrones en el espacio tiempo que les son reconocidos como propios.

Todo esto, lenguaje y cultura, respuesta, más o menos ordenadas a las dudas no respondidas, todo ello construido en forma plena por el hombre, por sus organizaciones y sus estructuras. Cada nueva camada, entra en la vorágine de consultas y de nuevo pasar por la conceptualización dinámica de un pasado y de un porvenir, que pretendemos, cada generación con el suyo, visualizar en forma coherente con nuestras supuestas lógicas.

Definir filosofía con un rigor lógico es una tarea tan ardua como precisar el concepto de poesía o tan difícil como justificar, en forma coherente, el por qué nosotros nos preparamos, con todas nuestras fuerzas, energías, para marchar a un lugar del espacio-tiempo en busca de la muerte, propia o la de otros, lo cual, también puede significar: nuestra propia partida de lo humano y un regreso a lo animal, como un eterno retorno a nuestros primeros padres.

Pero cualquiera que sea esa definición, justificación o aclaración, nosotros debemos tener presente que el hombre, mezcla no determinada de cuerpo y espíritu, es el único -ser- existente con la facultad de interrogarse y esa propiedad la aplica a todo lo que de este mundo puede distinguir en forma coherente con su lógica. Ella, la lógica, esposa y amante, infiel, que siempre lo engañará, dado que de acuerdo a ella, siempre seremos los ganadores y ello jamás ocurre, pero el perdón, la reconciliación y los reencuentros, es y son también parte del decorado.

Todo fenómeno que ocurra en el universo del hombre, en el bien entendido que nuestro mundo, es decir, espacio-tiempo de lo coditiano, es un microcosmo que está enmarcado por nuestra capacidad de altura en el horizonte de nuestros sentidos y que este ser armado de ellos desee, pueda y quiera interrogarse. El hombre debe manifestar en forma positiva su voluntad, lo cual se expresa en que posee los dominios de autoridad para que lo dado en ese microcosmos se transforme en un ser objeto o un punto de partida para una reflexión o análisis filosófico.

Todo esto, universo del hombre, voluntad positiva de acción y los supuestos dominio de autoridad, no quita que existan muchas definiciones ya formuladas, re-formuladas y re-escritas por otros hombres anteriores a él y que a partir de esas afirmaciones se generen ciertas áreas propias o exclusivas de la filosofía y la condición básica es que esas zonas no constituyan objeto propio para ninguna otra ciencia, ni en particular ni en general.

También sucede y puede ocurrir que un mismo hecho u objeto del universo del hombre puede ser analizado desde diversas apariencias, todo lo cual nos conforma una visión de múltiples perspectivas, en donde cada uno de ellos nos muestra un segmento de la verdad actuante en esa realidad.

Este hecho, visión de múltiples perspectivas, no le quita validez a la filosofía ni a las otras ciencias, muy por el contrario, enriquece y amplía la altura del horizonte frente al cual el hombre se enfrenta, al intentar alcanzar la verdad de lo que realmente sucede en el mundo de lo real.

Un camino posible para alcanzar la filosofía es hablar y consultarnos del hombre, ese ser explorador del mundo de la verdad, que en forma permanente busca alcanzar mayores niveles de altura para mejorar su visión y misión en la conquista del horizonte, ser que se interroga y reflexiona, transformado dicho acto en una verdadera lucha interior con-sigo-mismo.

Nos podemos referir a aquellos que:

  1. Se dicen a sí mismo, mirándose en el espejo de su invocada Vanidad: YO, yo y yo,..., soy un filósofo, un maestro o quizás que cosas más, con una boca repleta de un verbo conjugado en todos los tiempos en primera persona y, lo más probable, es que se trate de un teórico plagado de academia, en donde su ser y hacer lo cubre de una doxografía de segundo orden, sin llegar a ninguna parte y finalmente lo único claro que nos queda es su boca, la cual, queda en el mismo lugar.

  2. Son los expertos en hacer y construir escuelas de pensamiento para los demás, pero ellos son sólo espectadores y críticos de una extremada acidez en su evaluación de todos los demás; la vigilancia permanente y continua, es su sagrada misión teleológica, auto otorgada por sí y ante sí, además, jurada en el altar de eterna vanidad. Todos los hombres que piensan y escriben algo deben ser encasillados en una de ellas, si no coincide con ninguna de las benditas escuelas existentes, algo muy malo pasa en ese pensador, es un rebelde perdido y sin remedio y ellos, los llamados a proclamarlo, para que de esta forma retornen al recto camino de lo conocido.

  3. De los auto nombrados constructores y custodios de usos, normas, costumbres y reglamentos, quienes bajo la bendita frase: según nuestros usos y costumbres, no es correcto lo que se acaba de plantear y...

    1. Las reglas son buenas, necesarias y normales en toda organización que desee darse una lógica interna, pero de allí a transformarlas en una tabla de salvación para las limitaciones e ignorancias y a partir de ellas fabricar divisiones artificiales y alambicadas entre unos y otros, todo bajo la bendición de las normas, es auto instalarse una camisa de fuerzas.
  4. Los que viven vagando en un hacer sin una reflexión previa, sin norte ni medida, prisioneros en las cavernas de la ignorancia, creyéndose poseedores de un saber basado exclusivamente en la acción y que finalmente ignoran su origen y su mundo de relaciones.

  5. Los que van formando grupos de pensamiento, como zánganos, de un no hacer nada más, sólo en un pensar, como eje central de sus días.

    1. Todos aquellos que valiéndose de una serie de argucia, crean escuelas y tendencias, en cuyo interior no siempre hay pleno acuerdo con respecto a los objetivos de su pensar y mucho menos de ese pensar, reflejado en un hacer real.

Es cierto, no podemos caer en un dualismo, en el sentido que unos: son los buenos y los otros malos o unos son los que piensan y otros son los que hacen o... dado que ello no es así, dentro de cada grupo o de cada sector o de cada escuela existen hombres que se preocupan de pensar, reflexionar e intentar construir algo sobre: la verdad, la libertad, la educación, la belleza y de muchos otros puntos u objetos y sujetos del hacer y del ser del hombre, en forma plena y honesta.

Pero las más de las veces por la razón de la sinrazón, no se logra la unidad de criterios mínima y también existen, asimismo, intenciones valederas de buscar la unidad entre las distintas posiciones sobre un mismo tema, para de esta forma alcanzar la verdad sobre lo razonado. Mas no faltan quiénes, sin embargo, se lanzan por el camino erróneo de alcanzar mayores grados y niveles de influencia o poder, como si la VERDAD de la mayoría o la verdad de los fuertes y poderosos fuera la VERDAD y más se preocupan de la forma, olvidando a un segundo plano el cómo se puede alcanzar a ella en forma más plena. La piedra más socorrida de ellos, los que se creen poseedores absolutos de la verdad y de muchos otros que se visten con el mismo ropaje, es el dogma: como lo que está primero.

Y, sólo por ese hecho, el dogma puesto sobre la mesa, verdad que los salva porque no hay lugar a discusión. Es a partir de ese hecho, el expediente de lo dogmático que los hunde a todos, al que consulta y al que responde, en el mar de las dudas no respondidas y en la noche de las preguntas que no verán la luz de la realidad.

Frente a todo este panorama, mar de dudas no respondidas y noches de preguntas sin respuesta, todo se obscurece, detrás de tenebrosas sombras de egoísmo; el conocimiento se evapora y los hechos reales se obnubilan y todos perdemos. Pero los hechos en la realidad no son ni tan blancos ni tan negros y no todos los que se dicen filósofos son así, la verdad se asoma y se esconde en su trabajo laborioso del cada día de sol:

Pon tú lengua en mis letras,
y que corran los ríos al mar.
Pero, la verdad de tú boca, no es la mía.
En el mástil del justo medio; el tuyo y el mío,
flameara la libertad.

La búsqueda de ella, la verdad, es un camino que el hombre va trazando con su andar, es un hacer responsable que se construye en conjunto, toda aproximación a ella, es a partir de un colectivo mínimo, fundado en ideas clave o anclas, transmitidas de boca a oido, entre hombres que se reconocen iguales e hijos de un mismo Padre.

Trataremos de ir, idea clave: si lo logramos, ésa es la intención declarada, desde las grandes idealizaciones filosóficas, hacia una más modesta y simple, pero que podamos comprender en su forma y fondo.

Presentar la vía que conduzca a la unificación teórica y práctica de la Libertad y la Educación, pasando por la Verdad, para desembocar en un marco teórico sobre la guerra, suena hueco y banal.

Enfrentar y desarrollar un nuevo sistema o escuela filosófica, independiente de las ya existentes, además de innecesario, es poco cuerdo e insensato para los objetivos de este curso, destinado a hombres que pretenden ser docentes o ya lo son y lo único que desean es re-encontrarse con la copa del saber que siempre refresca y a partir de ese simple hecho intentar mostrar un marco teórico sobre la guerra.

La especulación suspendida en un castillo de naipes, además de ser algo vacío y de no conducir a nada más que un teorizar en un absoluto, es un gasto de energía sin freno ni medida que llevaría nuestros ocasionales lectores a lanzar el texto por la ventana, por decir algo suave.

Nos podemos plantear una acción de conquista a un objeto dado, y los resultados dependerán de una planificación y de la cantidad de recursos disponibles para lograrlo, es decir, de lo que estemos dispuestos a poner en juego en eso llamado guerra. Pero, la libertad, la verdad y la educación no son objetos, lo que significa que las acciones de conquista y de posesión no son válidas, dado que el único conflicto que existe es contra la ignorancia y su secuela de arbitrariedades.

Lo que sí podemos, es proponer una actitud emancipadora de búsqueda, para así, vivir (libertad, verdad y educación) como una realidad humana, posibles y alcanzarles a dar un soplo de vida, en algún lugar del horizonte de nuestras existencias y no de destrucción y muerte como significa la guerra y sus adornos.

Ellas, libertad, verdad y educación, son un nutrirse del infinito, en el eterno afán de crear lo que nos imaginamos, de intentar hacer realidad concreta las imágenes y sueños de nuestra mente; la existencia es acción.

Hay un juego permanente de crear formas de vida, de flores que saludan a un amanecer y de nuevas visiones del mundo, y por supuesto de des-creer de ellas, en donde la espera y la des-espera son nuestra eterna y amable compañía. Si algo nos fracasa, no funciona y se tranca en su andar, como se esperaba que debía ser, no renunciamos a la vida, jamás. Nos forjamos nuevas alternativas y posibilidades a las ya existentes, la acción supone la libertad del hombre para buscar la verdad en el corazón del hombre, es decir, en el acto educativo y corremos con toda nuestra energía hacia ellas.

De esta forma vamos descubriendo y dando forma a grandiosos y óptimos reinos de utopía y de ucronía que, a poco andar, nos damos cuenta que no son tales y las piedras del camino nos sirven para afirmar nuestro paso en el nuevo errar, pero jamás renunciamos a la posibilidad de crear nuevas utopías.

El logos es verdad, y no está al fondo del vaso de las pasiones, por mucho afecto y cariño que coloquemos en nuestras razones o en la voluntad y empeño de nuestro hacer o de lo hermosas que sean nuestras utopías. Él, no va de la mano de Pandora, de ninguna manera, pues es camino y vida y bajo ninguna circunstancia, ruina o destrucción de los hombres.

Tampoco se encuentra en aceptar y amar gratuitamente principios que nos son simpáticos o que son resultados de fríos análisis.

Podemos intentar una serie de caminos y alternativas para encontrarnos con ellas (la libertad, la verdad y la educación). A nuestro juicio será la educación, concepto que no definimos, pero sí nos aproximamos a él, en la medida que se la visualiza como esfuerzo colectivo, válido y permanente. Afán, ese de la educación como acción permanente, que nos permitirá alcanzarla en un mañana distinto del hoy, para así construir sociedades en un espacio-tiempo que vendrá y en donde todos, sin distinción de ninguna clase o especie, podamos lograr mayores niveles de libertad en eso de aproximarnos a la verdad.

Desde la República de Platón hasta la sociedad sin clases de Marx, pasando por las Utopías Renacentistas, especialmente las de Tomás Moro, o las formulaciones Burguesas de Igualdad, Libertad y Fraternidad, o las visiones Modernas o Post-modernas de una sociedad global basada en los sistemas de comunicaciones interactivos u otras alternativas posibles, todas sin distinción proponen un ideal de educación que posee el objetivo manifiesto o declarado que esos hombres alcancen mayores niveles de libertad en la búsqueda de la verdad.

Registro de Propiedad Intelectual:71765
Marzo de 1989. Santiago de Chile

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Manuel Giannini Urrutia

Maestro Masón, Investigador

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