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La Casa Universal

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La Casa Universal

Reflexión sobre el Refugio y el Templo Masónico

Desde nuestra niñez, hemos mostrado una tendencia inherente a construir refugios: pequeños espacios que, amarrados con yuyos[1] en el pasto o cubiertos con sábanas en la cama, recreaban en miniatura ese sentimiento atávico de protección. Esta fascinación infantil por crear "casitas" conecta de forma intrínseca con el legado de la humanidad: donde nuestros ancestros buscaban cuevas para protegerse de las inclemencias del clima, los depredadores y la incertidumbre.

Esta tendencia se transforma conforme maduramos en una búsqueda de espacios sagrados que nos conecten con algo mayor. En la masonería, esta conexión toma forma en los templos, esos lugares que simbolizan el refugio de nuestras inquietudes internas y la aspiración hacia el conocimiento y la verdad.

Sin embargo, surge una reflexión interesante: ¿por qué cerramos nuestros templos cuando nuestra mirada hacia la divinidad se dirige hacia el infinito, hacia las estrellas y el sol? La bóveda celeste, ese vasto techo natural, podría simbolizar de manera poderosa nuestra conexión con el Todo, un espacio abierto que nos invita a contemplar el universo con humildad y reverencia.

Así como nuestros ancestros veían en las cuevas un lugar seguro para preservar su existencia, nosotros, los masones, transformamos la arquitectura en un vehículo para representar nuestras aspiraciones espirituales. Pero, ¿es necesario que esta protección se traduzca en muros y techos que bloquean la visión de las estrellas?

En muchas culturas antiguas, los espacios abiertos eran considerados sagrados por estar bajo la inmensidad de la bóveda celeste: un techo que no delimita, sino que expande nuestra percepción[2].

El templo masónico no es solo un edificio; es el reflejo del universo y del hombre mismo. Cada elemento dentro de él tiene un simbolismo profundo. Sin embargo, al imaginar un templo abierto, podemos replantear cómo nos relacionamos con la divinidad. La bóveda celeste, como "techo" natural, nos recuerda que las grandes verdades no están ocultas, sino al alcance de la mirada y el pensamiento reflexivo.

Desde las casitas infantiles hasta los grandes templos masónicos, existe una continuidad en nuestra necesidad de resguardo y conexión. Pero esta reflexión nos invita a mirar más allá de los límites tradicionales: considerar la posibilidad de templos que armonicen con la naturaleza, abiertos al cosmos como una invitación constante a buscar lo trascendental.

Al final, el verdadero refugio está en nuestro interior, en nuestra capacidad de hallar significado en cada símbolo y en cada estrella.


  1. El término "yuyos" se utiliza principalmente en países de América Latina y hace referencia a hierbas silvestres o malezas que crecen de manera natural en los campos, jardines y terrenos baldíos. ↩︎

  2. Stonehenge, situado en las llanuras de Salisbury en Inglaterra, emerge como un testigo mudo de los rituales y las prácticas espirituales de la humanidad antigua. Este monumento megalítico, con sus enormes piedras dispuestas en círculos y su alineación con los solsticios, refleja
    una conexión simbólica entre la tierra y los cielos: entre lo terrenal y lo divino. Su naturaleza abierta bajo la bóveda celeste hace de este lugar un templo único, donde el techo natural es el infinito y las estrellas guían la contemplación. ↩︎

Q∴H∴ Veritas

Maestro Masón, Investigador

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